Ayuntamiento de Mozota

Alfredo Aliaga Burdio y Su Record Guinness.

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De Mozota al Gran Cañón del Colorado.

Hoy tenemos el honor de conversar con una figura inspiradora: Alfredo Aliaga Burdio, nacido en Mozota y reconocido a nivel mundial por una hazaña extraordinaria.

A sus 93 años, Alfredo ostenta el Récord Guinness como la persona de mayor edad en cruzar a pie el majestuoso Cañón del Colorado. Su historia es un testimonio de perseverancia y superación personal. Conoceremos de cerca parte de su vida, su experiencia y el espíritu que lo llevó a lograr lo que para muchos sería impensable.

¿Qué le motivo a cruzar el Gran Cañón del Colorado?

Con el comienzo de mi jubilación hice muchos viajes a Sudamérica, Nepal, Australia y comencé seriamente con mi preparación física. Visité con frecuencia el gran Cañón y lo crucé varias veces sin pensar en el récord.

¿Qué sintió al conseguir el Record Guiness?

– ¡Fue una sensación increible!. Alcanzar un objetivo sea cual sea, te demuestra que puedes hacer cosas grandes si te lo propones. Incluso a los 92 años (sonrie). 

¿Qué y quién lo une a Mozota?

– Nací en Mozota en agosto de 1.931. Soy el segundo de una familia de cuatro hermanos. Tres chicos y una chica. Mi madre, Victoria Burdio era de Mozota y mi padre, Ramón Aliaga, era de Muel. Estuve en Mozota cinco años.

¿Qué recuerdos tiene de su infancia en Mozota?

– Tengo un recuerdo muy vívido de la escuela de Mozota para varones, entre 1933 y 1936. Estaba en la plaza del castillo en el primer piso. Un cuarto de cinco por cinco metros, con dos muebles, una silla y una mesa para el maestro; ¡ah! y dos cazuelas. Todos los chicos de cualquier edad juntos y ordenados por estatura; no por edad; alrededor del maestro cantando y aprendiendo la tabla de multiplicar. Nunca llegábamos hasta los más pequeños porque al menor error había que empezar de nuevo por el alumno de mayor estatura.

– No había pizarras ni se podía escribir.

– Los alumnos eran visitados en sus casas por el maestro y aprendían a escribir. Yo aprendí la musiquilla de la tabla de multiplicar. Y no adquirí muchos conocimientos más hasta los 10 años cuando empecé a ir a la Escuela de Cervantes en Zaragoza.

 Se dice que no había agua en Mozota, en la época en la que usted vivió aquí, ¿Cómo eran las tareas diarias?

– Al principio de la guerra civil mis padres me enviaron a Moncasi, una finca de secano al sur de La Muela, donde vivían mis abuelos y tíos. Y no había más niños. El motivo de llevarme ahí fue; que padecía de diarreas constantes debido al agua del arroyo que había a la entrada del pueblo. Se usada por los habitantes del pueblo pero también por el ganado. Era un problema muy frecuente en esa época. El río Huerva no se usaba para consumo porque estaba lejos y tenía sales de epsomita procedente de la Ibérica.

Alfredo en su última visita a Mozota.

María Seguido Aliaga, sobrina de Alfredo:

– Aunque mi tío Alfredo hace mucho que se marchó del pueblo los de su quinta me siguen preguntando por él. Siendo jovencito se fue con sus padres primero a Zaragoza y más tarde a Alemania donde ha pasado la mayor parte de su vida. Volvía a Mozota para ver a los abuelos pero, dada la distancia, venía cuando podía. Hasta estos últimos años, ya jubilado, que visita Zaragoza con mucha más frecuencia.

– Alfredo estuvo hace poquito en Mozota, el 16 de abril de este año. Era una vista especial porque estaban en España su hijo Simón, su nuera y sus dos nietas y quería que conocieran el lugar donde nació. Simón ya había estado antes pero era la primera vez para sus hijas. Son alemanas de nacimiento y viven en Berlín pero llevan el «Aliaga» como primer apellido que allí debe sonar muy curioso. Simón y su mujer hablan español y las niñas lo van a empezar a estudiar. Fue un encuentro muy bonito y una gran sorpresa porque nosotros justo llegábamos de Madrid a Mozota por la tarde y no sabíamos que estaban por España. Yo no veía a mi primo hacía muchos años y tampoco conocía a su familia. La furgoneta de mi tío es inconfundible, una enorme Volkswagen verde, que aparcada en la plaza avisa de que está en Mozota.

– Comieron en el Bar Mozota y quedaron encantados con la comida y el trato del personal. Dieron una vuelta por Mozota y padre e hijo recordaron el pueblo de sus respectivas infancias, asombrados de que siguiera prácticamente igual que en sus recuerdos. La casa de los abuelos, el castillo, que ahí sigue, aunque un poco maltrecho; la iglesia con su torre mudejar… Y el río Huerva, claro, con su chopera.

– Siempre que viene Alfredo comentamos ese sorprendente urbanismo mozotino a base de «callizos» sin salida que hace que Mozota se cierre con sus propias casas y que sólo tenga dos entradas. El pueblo perfecto para jugar de niños sin peligro y también, comentamos, el lugar ideal para desconectar.

Desde el año pasado, Alfredo se prepara para intentar batir su propio récord. Desde aquí le damos todo el cariño y la fuerza para que lo consiga.